Abel Novoa es médico de familia, coordinador del Grupo de Trabajo 
de Bioética de la semFYC y presidente de la plataforma NoGracias. Es un gran profesional, brillante, con grandes dosis de oratoria y una persona clave en el análisis del sistema sanitario actual. Gracias Abel por tu interesante contribuvión a estos #10añosdespués 
Tradicionalmente la medicina ha ignorado al paciente. No fue hasta 
hace poco más de 50 años que la ética médica incorpora efectivamente su 
opinión en los procesos de toma de decisiones mediante la articulación 
de unas normas éticas y legales que reconocen su derecho a la 
información y la obligación de los profesionales de respetar sus 
decisiones. Esta obligación ética y legal que, de alguna manera, ha sido
 impuesta por la sociedad gracias al desarrollo de los derechos civiles y
 que, por tanto, es ajena a la tradición paternalista médica, cuenta 
desde hace unas décadas con un aliado muy importante: las evidencias 
científicas existentes de que un enfermo que participa y entiende su 
enfermedad obtiene mejores resultados clínicos y se siente con mejor 
calidad de vida. Ya no es solo la necesidad de respetar el principio 
moral de autonomía en sociedades cada vez más democráticas sino también 
el de beneficencia: los enfermos mejoran por el no tan simple hecho de 
sentirse escuchados, conocer su enfermedad y saber cómo auto-cuidarse.
El principio de beneficencia es tradicionalmente el que ha dirigido
 las actuaciones médicas y, por tanto, tiene más capacidad de 
transformar las prácticas clínicas. Pero eso no quiere decir que ahora 
sea más fácil que los enfermos participen. Hay una dificultad importante
 que en mi opinión será necesario superar en los próximos años: en la 
investigación siguen primando los objetivos médicos y no los de los 
enfermos. En 2015 Trisha Greenhalgh y colaboradores describen seis 
posibles "sesgos" en la investigación médica capaces de “devaluar inadvertidamente la agenda del paciente y del cuidador”:
 la limitada participación de los pacientes en el diseño de las 
investigaciones; el bajo estatus dado a la experiencia de los enfermos 
en la jerarquía de la medicina basada en la evidencia; la persistencia 
de la visión profesional en las herramientas de decisión, protocolos y 
Guías de Práctica Clínica; una atención insuficiente a los 
desequilibrios de poder que suprimen la voz del paciente; un énfasis 
excesivo en que la atención se realice en la consulta clínica obviando 
otros ámbitos como el domicilio o la comunidad y, por último, un enfoque
 dirigido a las personas que buscan y obtienen atención, olvidando a 
aquellas que no buscan o no pueden acceder a esa atención. Por decirlo 
de una manera sencilla, las evidencias siguen siendo paternalistas. 
Reducir los sesgos paternalistas de la llamada Medicina Basada en la 
Evidencia es un importante reto que superar si queremos incorporar 
efectivamente a los enfermos.
El siguiente reto, una vez tengamos evidencias no paternalistas, 
será su aplicación y eso requiere individualizar o contextualizar ese 
conocimiento. La contextualización del conocimiento exige herramientas 
conceptuales muy sofisticadas de las que lamentablemente carecemos los 
profesionales. Donald Shön que escribió un maravilloso libro titulado 
"El profesional reflexivo" describe muy bien a qué me refiero cuando 
hablo de contextualizar el conocimiento:
"El profesional reconoce que su pericia técnica está incrustada 
en un contexto de significados. Atribuye a sus clientes, tanto como a sí
 mismo, la capacidad de pensar, de conocer un plan. Reconoce que sus 
acciones pueden tener para su cliente significados diferentes a los que 
el pretende que tengan, y asume la tarea de descubrir en qué consisten 
éstos. Reconoce la obligación de hacer accesibles a sus clientes sus 
propias comprensiones, lo que quiere decir que necesita reflexionar de 
nuevo sobre lo que sabe. El profesional acepta que su pericia y 
conocimiento experto son un modo de considerar algo que se construyó una
 vez y puede ser vuelto a construir. Desde este punto de vista el 
verdadero conocimiento experto no consistiría en la posesión de 
información cualificada sino en la habilidad y facilidad de un experto 
para explorar el significado de su conocimiento en la experiencia y el 
contexto del cliente. El profesional reflexivo trata de descubrir los 
límites de sus conocimientos técnicos a través de su conversación con el
 cliente”
Por tanto, hay dos retos epistémicos importantes: 
- primero, conseguir unas evidencias no paternalistas y,
 - segundo, ser capaces de contextualizarlas.
 
Felicidades por estos 10 años de éxitos y mucho ánimo para abordar 
los muchos retos epistémicos que todavía quedan para la efectiva 
incorporación de la visión y valores de los pacientes en la atención 
sanitaria.





doc james
ResponderEliminarHola, mi nombre es Dr. James Henry del Hospital Docente de la Universidad de Benin, soy especialista en cirugía de órganos y compra de órganos humanos que quieren vender, y estamos ubicados en Nigeria, EE. UU. Y Malasia, pero nuestro la oficina central se encuentra en Nigeria. ¿Está interesado en vender su riñón o vender cualquier parte de su órgano del cuerpo? Contáctenos para obtener más información. Contáctanos a través de
Correo electrónico: jameshenryhome@gmail.com
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Esperando escuchar de tí.
Salud,
Dr. james
CEO
UNIVERSIDAD DE BENIN HOSPITAL DE ENSEÑANZA.